La función de un alcalde es la de un representante de su ciudad y su estructura, pero es igual de necesaria la labor de un gestor de la misma (funcionario city manager).
En Finlandia, por ejemplo, no hay alcaldes. El gobierno de los municipios recae en funcionarios públicos con experiencia en la administración de entidades de esa índole y puede ser despedido o reemplazado por el Consejo municipal (el órgano elegido en las urnas y que ostenta la soberanía popular). Helsinki es la excepción a este modelo.
Así pues, el ciudadano puede distinguir con claridad que la persona al mando es alguien supeditado a ellos y al que pueden tener acceso. Ésto se suma al principio de acceso libre al poder de este país.
Siendo consciente de que el tema es un fregado, recomendable leer Así lucha Finlandia contra la corrupción, algunas medidas. Que cuenta, acerca de esto:
"La posibilidad de convertirse en un miembro de alto rango de la administración y los ministerios fineses no recae en una élite intelectual formada en Instituciones de enseñanza concretas (como en Francia), tampoco en personas que puedan atraer la inversión de diferentes empresas para sufragar sus campañas (ejemplo de Estados Unidos) o en ciudadanos adscritos a organizaciones políticas que ascienden por los méritos internos dentro de su partido (caso español).
En Finlandia los puestos son cubiertos por funcionarios públicos y cuya carrera está abierta a todos los fineses. El país evita, por tanto, encontrarse con un modelo en donde los cargos de libre designación (elegidos ideológicamente en nuestro modelo) se multipliquen de manera oscura por todas las administraciones."
Nuestros políticos siempre nos comparan con el resto de países europeos cuando quieren sacarnos algo a cambio, como mayor carga fiscal, o responsabilizarnos del correcto funcionamiento del Estado.
Sin embargo nos ocultan estos ejemplos. Tengámoslos en cuenta nosotros también.
Por cierto, tampoco olvidar ejemplos de "tonto" que no censuramos o que incluso cometemos nosotros mismos.
Así, nos importa un pepino acumular facturas de otros para desgravar impuestos cuando somos autónomos, preguntar en cuánto queda la cuenta si no pido factura cuando somos compradores, ir al jefe a pedirle cobrar en B para no perder la ayuda del paro. O tirar cientos de colillas en la calle mientras comentamos qué mal está todo.
En Finlandia, por ejemplo, no hay alcaldes. El gobierno de los municipios recae en funcionarios públicos con experiencia en la administración de entidades de esa índole y puede ser despedido o reemplazado por el Consejo municipal (el órgano elegido en las urnas y que ostenta la soberanía popular). Helsinki es la excepción a este modelo.
Así pues, el ciudadano puede distinguir con claridad que la persona al mando es alguien supeditado a ellos y al que pueden tener acceso. Ésto se suma al principio de acceso libre al poder de este país.
Siendo consciente de que el tema es un fregado, recomendable leer Así lucha Finlandia contra la corrupción, algunas medidas. Que cuenta, acerca de esto:
"La posibilidad de convertirse en un miembro de alto rango de la administración y los ministerios fineses no recae en una élite intelectual formada en Instituciones de enseñanza concretas (como en Francia), tampoco en personas que puedan atraer la inversión de diferentes empresas para sufragar sus campañas (ejemplo de Estados Unidos) o en ciudadanos adscritos a organizaciones políticas que ascienden por los méritos internos dentro de su partido (caso español).
En Finlandia los puestos son cubiertos por funcionarios públicos y cuya carrera está abierta a todos los fineses. El país evita, por tanto, encontrarse con un modelo en donde los cargos de libre designación (elegidos ideológicamente en nuestro modelo) se multipliquen de manera oscura por todas las administraciones."
Nuestros políticos siempre nos comparan con el resto de países europeos cuando quieren sacarnos algo a cambio, como mayor carga fiscal, o responsabilizarnos del correcto funcionamiento del Estado.
Sin embargo nos ocultan estos ejemplos. Tengámoslos en cuenta nosotros también.
Por cierto, tampoco olvidar ejemplos de "tonto" que no censuramos o que incluso cometemos nosotros mismos.
Así, nos importa un pepino acumular facturas de otros para desgravar impuestos cuando somos autónomos, preguntar en cuánto queda la cuenta si no pido factura cuando somos compradores, ir al jefe a pedirle cobrar en B para no perder la ayuda del paro. O tirar cientos de colillas en la calle mientras comentamos qué mal está todo.
Twittear |