viernes, 28 de octubre de 2011

Una calle que utiliza la gente en distintas horas del día se mantiene, desde el punto de vista del comercio, económicamente sana.

Lo que hace falta para ello es no despojarla de vida y hacerla tentadora. Indudablemente, también resultará socialmente atractiva.

El problema con el que nos hemos encontrado hoy en día es que, resulta que separar desde el urbanismo vida y trabajo conduce inevitablemente a que en ninguno de los dos ámbitos haya vitalidad alguna.

Las zonas residenciales de las afueras, por un lado, se convierten en extrañas comunidades de silenciosas viviendas dormitorio; no son más que el lugar donde se duerme. Los centros de trabajo, por otra parte generan espacios de acceso restringido que parecen barrios abandonados cuando cae noche.


-Extrayendo algunas reflexiones del libro "Diarios de bicicleta", de David Byrne.


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