El incremento de la naturalización en las ciudades reporta unos beneficios tangibles -con su aspecto económico agregado- como son la repercusión significativa sobre la polución atmosférica, el ruido o la temperatura de la propia ciudad o de los edificios -todos ellos aspectos que, descontrolados, conllevan abultados cargos económicos.
Según un informe de la Comisión Europea, en las ciudades que disponen localmente de zonas verdes (de forma que sus ciudadanos pueden disponer de ellas de manera diaria), la cohesión social entre los ciudadanos tiende a ser más elevada y las tasas de criminalidad son más bajas. Las personas que viven cerca de la naturaleza tienden a un mayor equilibrio mental, están más dispuestas a administrar mejor el estrés y enferman con menor frecuencia.
Este texto está sacado del Plan Estratégico del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad, aprobado por el Ministerio de Medio Ambiente, y Medio Rural y Marino (Real Decreto 1274/2011, de 16 de septiembre). Las cursivas son mías.
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