Un señor muy educado, con mucho dinero, que se interese por la cultura, no beba más de la cuenta, no compre souvenirs grotescos, no se incruste en la arena de la playa durante horas y no repita los tópicos delante de los edificios de Gaudí, es una quimera [porque a ese señor utópico probablemente la idea de masa turista también le desagrade].
Por tanto, no es el turista el problema, la cuestión es la oferta.
Una oferta cuya ética reduce las diferencias locales al folclor, la historia a tópicos y la misma que tematiza los barrios históricos.
-Claret Serrahima y Óscar Guayabero (Artículo para El País).
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