viernes, 3 de diciembre de 2010

La ciudad como cementerio de árboles

Cuando se consideran un mero elemento decorativo muy secundario, el arbolado urbano no tiene sistema efectivo de drenaje, los baldeos de los camiones de limpieza lo ahogan, los coches y las obras les agreden bárbaramente, la basura flota en sus alcorques…, los árboles recién plantados caen como moscas, mueren indefensos en un territorio hostil.

Un árbol es un bien a proteger en las grandes ciudades. La superficie foliar retiene dióxido de carbono y devuelve oxígeno. En las áreas con alta densidad de tráfico, son un factor de bienestar ciudadano de primer orden.

En el centro de las ciudades se plantan árboles, pero no se conservan. Los vehículos de carga y descarga autorizados en las zonas peatonales rompen lo que encuentran a su paso, incluidos los protectores instalados alrededor de cada ejemplares.

El gamberrismo campa a sus anchas por otra parte: Alcorques llenos de latas de cerveza, restos de comida, colillas, condones, meadas.

Las ciudades podrían tener la consideración de un inmenso jardín botánico, con sus parques y arbolado, si se pusiese la misma intensidad en cuidar y conservar que en remodelar y construir, y si los ciudadanos en algún momento del siglo XXI decidiesen cuidar y mimar su ciudad.

-de Guía de Horrores Urbanos 2010


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