Porque se puede, claro. ¿Pero por qué no diseñar nuevas calles así?
Se trataba de una ancha avenida en configuración 3 + 3, por lo que la actuación ha consistido en quitar espacio a los coches para dárselo a las bicicletas.
La separación con el tráfico rodado es mediante un bordillo sin más; con los peatones, lo que lo separa es una pantalla vegetal. Ambas soluciones muy estéticas además de principalmente seguras.
El carril está perfectamente integrado en el diseño del resto de la calle -interesante la solución con las paradas de autobuses- y perfectamente señalizado como una infraestructura más.
Con todos los puntos fuertes anteriores, no ha sido necesario pintar el carril con slurry rojo. El slurry, aplicado sobre el aglomerado, ya supone un sobrecoste en torno a 15 €/m² (*), a lo que habría que sumar el coste de mantenimiento en forma de repintado futuro. Además, realmente es un peligro para los ciclistas por convertirse en una superficie deslizante los días de lluvia, por no hablar del descasacarillamiento que sufre con el paso del tiempo, liberando un polvillo altamente deslizante.
(*) Cuadro de Precios del Ayuntamiento de Madrid.
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